La historia de Queen en 40 canciones


El texto es de Emilio de Gorgot en Jot Down (puedes acompañar la lectura del artículo con esta lista de Spotify).

Queen (1973)


Un fantástico álbum de debut. Freddie Mercury y Brian May se dedican a sintetizar sus influencias comunes (Beatles y Jimi Hendrix, fundamentalmente, aunque también bandas de hard rock de la época y bandas británicas de la década anterior) en una serie de canciones de nivel medio bastante alto. Quizá el aspecto más discutible es la producción o las mezclas, pero en cuanto a composición es un disco muy completo: el estilo clásico de Queen ya asoma por todas partes. Pese a que sus singles no sean todavía tan efectivos como en el futuro, ya cuidaban por igual la melodía y la potencia guitarrera, lo que será su marca de fábrica durante bastantes años. Los ingredientes básicos están ahí: la muy reconocible voz de Mercury, las guitarras —por entonces bastante agresivas— de Brian May y la fuerza demoledora de la sección rítmica Taylor-Deacon. El álbum fue bien recibido por los críticos, quienes ya insinuaban que podrían llegar a hacerle la competencia a los grandes nombres del negocio. El público británico también lo recibió con agrado, aunque las ventas todavía eran relativamente discretas. Aún hoy existe mucha gente familiarizada con la música de Queen que desconoce este álbum o sencillamente hace como que no existe, dándole la espalda a la faceta más guitarrera y hard rock de su trayectoria… y dejando escapar con ello un puñado de muy buenas canciones. Una lástima, pues, que haya quienes ignoren este primer trabajo, porque es un muy buen disco del que podrían destacarse todavía más cortes de los que citamos aquí.

Keep Yourself Alive: La canción que más recuerda al estilo «clásico» basado en melodías irresistiblemente pegadizas con el que más adelante identificaremos a Queen. De hecho, es un tema que perfectamente podría haber encajado en varios de sus futuros discos. Escrito por Brian May, fue el single elegido para promocionar el álbum pero, pese a la alegría contagiosa de su melodía, la canción no terminó de cuajar entre el público, principalmente porque las emisoras de radio no se interesaron demasiado en difundirla. Algo difícil de entender, porque la verdad es que es fantástica y a mi modo de ver tiene todos los ingredientes para sonar a todas horas en la radio, muy especialmente en aquellos tiempos. Fue el único single en toda la discografía de Queen que nunca llegó a estar siquiera en la parte baja de las listas de ventas en el Reino Unido. Yo sigo sin comprenderlo, a la canción parece no faltarle nada, y más teniendo en cuenta que es trabajo de unos debutantes.

Great King Rat: Una canción escrita por Mercury que resume bien la orientación de Queen en sus primeros años, un rock progresivo melódico pero duro y relativamente complejo. Una sucesión de riffs guitarreros con constantes guiños a bandas como Deep Purple, Led Zeppelin y sobre todo Jimi Hendrix. Aquí ya no buscan tanto una melodía contagiosa como en Keep Yourself Alive y sí ese rock progresivo que primará en sus dos primeros álbumes. No es el clásico single pegadizo de Queen pero constituye sin duda uno de los momentos álgidos del disco porque muestra a una banda con sus engranajes funcionando a la perfección, sonando con fuerza y disfrutando con los constantes cambios y pasajes instrumentales. Great King Rat es larga, cambiante… y no tiene desperdicio. Es uno de mis temas favoritos de los primeros años de Queen (incluso diría que de toda su discografía), por más que quizá a quienes solo están familiarizados con su faceta más pop-rock les cueste asimilarlo de golpe.

Doing All Right: Una bonita canción acústica (que curiosamente recuerda bastante a Allman Brothers Band, grupo con el que no tienen prácticamente nada en común) y que no todo el mundo suele tener en cuenta a la hora de hablar de las grandes baladas de Queen. Está escrita por Brian May junto a uno de los miembros de su anterior banda Smile, lo que probablemente explique que la canción se salga bastante de los parámetros habituales de la banda en aquellos tiempos. Empieza tranquila, reposada y suave… eso sí, ¡ojo con el volumen! Porque hacia mitad del tema los Queen tienen reservada una sorpresa decibélica.

Queen II (1974)


Otro muy buen álbum también ignorado por muchos oyentes a quienes solamente atrae la faceta más accesible de los Queen posteriores, aunque es casi universalmente venerado por los fans más rockeros. Es un disco de hard rock progresivo en toda regla en el que profundizan en la senda del sonido duro de su debut, con arrebatos instrumentales, riffs de guitarra por todas partes y poca concesión a las canciones sencillas. Los temas son complejos y repletos de cambios, conformando un trabajo aún más grandilocuente que el primero. Los ingredientes del sonido Queen siguen estando ahí, tomando forma ante nuestros ojos, aunque todavía envueltos en una envoltura de acero. En su día los críticos apreciaron mucho este trabajo y el público respondió mucho mejor: fue su primer éxito de consideración en el Reino Unido, escalando nada menos que hasta el número cinco de las listas nacionales.

Ogre Battle: Canción guitarrera y grandilocuente compuesta por Mercury en la onda de aquella Great King Rat del primer disco. De hecho, este tema debió haber aparecido en el debut, pero el grupo creyó mejor esperar a tener más tiempo de estudio para poder darle forma, cosa que pudieron permitirse en la grabación de este segundo álbum. En muchos momentos revela la influencia que Queen tuvieron sobre el desarrollo del heavy metal, por lo que no resulta extraño que tantas bandas duras como Metallica veneren a este grupo, ya que abundan los momentos en donde Queen suenan definitivamente como los grupos de heavy metal, thrash metal, speed metal y demás que reinaron en los 80.

Seven Seas of Rhye: Una canción que había aparecido como instrumental al final del primer disco pero que retoman aquí para completarla con partes vocales. Pese al olvido en ha caído más tarde el Queen II para el «gran público», la banda casi siempre mantuvo este tema en su repertorio de directo, incluso en los años 80. Es un tema bastante glammy con arreglos de guitarra que pueden recordar al trabajo que Mick Ronson hacía para David Bowie (no en vano Brian May señaló que Ronson podría haber sido un buen sustituto para él, caso de haber tenido que dejar el grupo).

Sheer Heart Attack (1974)


Aunque fue publicado en el mismo año que Queen II, los meses transcurridos entre la grabación de un disco y otro muestran el principio de una evolución hacia temas más accesibles. Este disco es, por así decir, el escalón de transición entre los Queen más heavy de los dos primeros discos y los Queen más melódicos de A Night at the Opera y A Day at the Races. Aquí están llegando a un nuevo nivel a la hora de componer líneas vocales irresistibles y en algunas canciones ya dan muestras de auténtica excelencia melódica. Eso les ayuda a seguir escalando puestos en las listas de ventas, dando un nuevo pelotazo en el Reino Unido —donde el álbum llega al segundo puesto— y colándose entre los veinte primeros de las listas estadounidenses, lo cual es prácticamente una puerta de acceso a las listas de muchos otros países. Es en Sheer Heart Attack donde aparecen algunas canciones que ya sin reservas cualquier persona podría identificar con el estilo clásico de Queen. En este tercer disco consiguen finalmente el equilibrio entre las melodías pegadizas a las que aspiraban como fans de los Beatles y los guitarreos inmisericordes a los que no piensan renunciar (de momento) como fans de Jimi Hendrix.

Killer Queen: Antes de esta ya habían grabado muy buenas canciones, pero a nivel melódico y de arreglos vocales pasamos a una nueva dimensión. Además, este single llevó a Queen desde la condición de banda respetable pero moderadamente exitosa al estatus de grupo que habita los primeros puestos de las listas. Y es que aquí tenemos el sonido clásico del grupo prácticamente en todo su esplendor, con inspiradísimas líneas vocales y cuidadísimos arreglos. El no saturar todo el tema con guitarras les ayudará a llegar a un público más amplio. Freddie Mercury está empezando a vivir sus mejores años como compositor y esta Killer Queen es el primer serio aviso de cuán grandes van a ser sus logros en ese ámbito. El propio Mercury decía que, aunque por entonces la gente esperaba una música más enérgica y dura de aquellos Queen, le apetecía grabar este tipo de música y comercialmente dio en el clavo. Esta canción, como decimos, marcó un antes y un después en su carrera, proporcionándoles su primer auténtico hit mundial, con un número dos en Inglaterra y casi entrando al Top Ten estadounidense.

Now I’m Here: También Brian May pensaba que el grupo necesitaba un tirón comercial para no convertirse en una «buena banda pasada de moda». Así que también empieza a refinar sus propias composiciones, encaminándolas hacia un rock más sencillo y directo, lo cual de paso sirve para que la voz de Mercury disponga de más momentos de lucimiento también en las canciones escritas por May. Los riffs de guitarras y el espíritu rockero del grupo aparecen aquí más dosificados (que no domesticados, ojo) que en los dos primeros álbumes. Es un paso más hacia el equilibrio entre el rock duro que tanto les gusta y las melodías más tarareables que les ganen a un público más amplio. Queen suenan más glammy pero eso sí, aunque ahora tengan melodías más cantabile, las partes instrumentales del tema siguen sonando arrolladoras.

Stone Cold Crazy: En tiempos fue una joya olvidada de este álbum, adorada únicamente por un puñado de fans completistas, aunque desde que Metallica hicieron una versión, mucha más gente conoce esta canción. Un pasmoso precedente del heavy metal más tabernero (como lo había sido Modern Times Rock’n’Roll, un tema muy macarra escrito por Roger Taylor para el primer disco). Dicho de otro modo, Queen aparecen sonando a Motörhead y Metallica antes de que estas bandas existiesen siquiera. Eso sí, con sus propios y característicos juegos de voces. Una aportación más de Queen al desarrollo del heavy metal. Aunque en el disco está firmada por los cuatro miembros, la autoría original del tema es de Freddie Mercury.

A Night at the Opera (1975)


El cuarto disco: el éxito de Killer Queen les ha mostrado el camino a seguir. Freddie Mercury toma el timón, completamente seguro del rumbo por donde quiere llevar el sonido de la banda. Empieza a experimentar con ideas como la de mezclar el rock con la ópera, buscando una nueva grandilocuencia que no se base únicamente en murallas de guitarras sino en una estructura operística e incluso pomposa por momentos. En esta época la vida de Mercury pasa por considerables cambios: después de convivir largo tiempo con su amante y después inseparable amiga Mary Austin, empezó a mantener relaciones homosexuales, dejando fluir una faceta gay que no había vivido con plenitud ni anunciaba a los cuatro vientos (pese a lo que algunos dijeron después, nunca escondió su bisexualidad y en entrevistas de esta época admitió haber tenido experiencias en época estudiantil). Tras su imagen de prima donna autosuficiente se escondían un buen número de complejos relacionados con su infancia, su sexualidad, etc. Pero aun así, los cambios vitales no afectaron a su trabajo y no le impidieron erigirse definitivamente como el líder indiscutible de Queen. No es el único compositor del grupo, pero sí va a escribir un buen porcentaje de las canciones más memorables, o como mínimo va a teñir casi todo el sonido del grupo con su espíritu. Tiene las ideas muy claras, sabe a dónde ir y dirige a sus compañeros por esos nuevos caminos. A Night at the Opera (titulado así en homenaje a los hermanos Marx) contiene más variedad de estilos que los discos anteriores. El seguir insistiendo en elaborar cuidadas melodías y el poder de Bohemian Rhapsody les permitirá llegar a aquellos públicos que todavía no habían conquistado: con este álbum alcanzan el número uno en Reino Unido, Australia, Japón y otros muchos países, además de un importantísimo número cuatro en los Estados Unidos (será uno de sus grandes triunfos en América). Finalmente, con una obra maestra producto de una dedicada artesanía alcanzan el gran estrellato a nivel internacional.

Bohemian Rhapsody: Nada menos que tres semanas hicieron falta para grabar este barroquísimo mosaico de pistas sonoras (Brian May recordaba que habían abusado tanto de las cintas magnetofónicas, que estas quedaron casi transparentes). Freddie Mercury, quien tenía la canción en su cabeza antes de empezar a grabar, fue dirigiendo al resto del grupo a través de una jungla de fragmentos sueltos y arreglos que no siempre lograban comprender, al menos no hasta que los escuchaban terminados y unidos entre sí. Pese a lo que mucha gente cree, la idea de crear un tema rockero-operístico-teatral no fue invención de Mercury, quien probablemente se inspiró en canciones anteriores. Casi con toda seguridad una de sus mayores inspiraciones fue esta impresionante (y por desgracia poco conocida) Marionette de Mott the Hoople, editada el año anterior, justo cuando Queen ejercían como teloneros de la banda de Ian Hunter. Pero bueno, más allá de esas influencias, el resultado que todos conocemos es una de las mejores canciones del grupo y para muchos uno de los grandes singles del siglo XX, repleto de momentos épicos difíciles de resumir con palabras. Una vez terminada la grabación del tema, Queen pensaron que Bohemian Rhapsody debía ser el single que permitiera promocionar el disco, pero los ejecutivos de la compañía (siempre tiene que haber algún cretino de por medio) se negaron a usarla como single, alegando que era demasiado larga. Con la complicidad de un importante locutor radiofónico, Bohemian Rhapsody empezó a sonar en la radio dividida en partes… hasta que el interés de los oyentes se disparó y llovieron las llamadas telefónicas sobre la emisora, obligando finalmente a radiarla entera. Tras lo cual, fue un enorme éxito a nivel mundial. La visión de Mercury y sus compañeros había triunfado sobre la estupidez de los ejecutivos.

Death on Two Legs (Dedicated to…): Vitriólico ataque contra el antiguo mánager de la banda, este tema escrito por Mercury abre el disco y sigue los patrones de Sheer Heart Attack, con los guitarrazos supeditados a la melodía principal, y no al contrario como en los primeros dos álbumes. El sonido clásico de Queen en todo su esplendor, combinando pasajes líricos con golpes de intensidad rockeros, su marca de fábrica más característica.

I’m in Love with My Car: Una de las escasas pero con frecuencia interesantes aportaciones de Roger Taylor al catálogo de la banda. En un principio sus compañeros se tomaron a broma su pretensión de dedicarle una canción de amor tan emotiva y sobrecogedora… ¡a un coche! Pero Taylor insistía y como evidentemente la canción era muy buena finalmente, y por suerte, terminó en el disco. El tema era el homenaje hacia un roadie del grupo que efectivamente se mostraba completamente enamorado de su nuevo automóvil. Fue cantada por el propio Taylor con mucha garra, por cierto (huelga decir que no es nada fácil cantar un tema en un grupo donde está Mercury a las voces y no desentonar en el intento).

Lazing on a Sunday Afternoon: Freddie Mercury, al estilo de lo que solía hacer Paul McCartney en los Beatles, rinde un homenaje a la anticuada música que sonaba cuando sus padres iban a bailar. Un delicioso corte vintage de apenas un minuto de duración y un pequeño clásico de la banda que nunca está de más recordar, sobre todo porque ilustra la «beatlelización» de Queen durante esta etapa.

A Day at the Races (1976)


Una vez más, el título del disco homenajea a los hermanos Marx, dejando clara su vocación de convertirse en una continuación estilística de A Night at the Opera (como puede verse, incluso las portadas eran muy similares). Y por fortuna así es, porque añade varios clásicos más al repertorio del grupo, ya que la inspiración de la banda continúa en su punto más álgido. Aunque no todos los críticos coincidieron en su momento con esta visión y algunos lo tacharon de ser una «mera secuela» de su predecesor. Pero bueno, más allá del afán de cierta crítica por querer castigar el que continuasen por la misma senda, la música habla por sí misma: el disco es extraordinario y obtuvo un similar éxito de ventas, reforzando la posición de Queen como estrellas consagradas a nivel internacional.

Somebody to Love: Un tema de los que no necesitan presentación. Una vez más, nos encontramos con la habilidad de Mercury para componer melodías inolvidables, en su estado de mayor refinamiento, combinando el rock setentero con influencias de los años 40 y 50.

Tie Your Mother Down: Brian May sigue aportando temas rockeros sencillos y directos que contrarresten el barroquismo de Mercury, lo cual ayuda a que los discos de Queen «respiren», se aligeren y no terminen siendo demasiado pomposos. Esta canción es de lo mejor que aportó Brian May por aquellos tiempos, un contagioso rock’n’roll con un Mercury más vacilón que de costumbre (por momentos imita los chulescos fraseos hablados de Phil Lynott, líder de Thin Lizzy, a los que apreciaban y con quien saldrían de gira no demasiado después). Un perfecto tema festivo, ideal para un sábado noche, que mantiene vivo el espíritu más rockero de Queen.

The Millionaire Waltz: Otro tema pianístico típico de Mercury, donde se acentúan las influencias de la música clásica mediante ese ritmo ¾ característico del vals vienés. Una pequeña joya que a mucha gente le pasa desapercibida, pero que contiene instantes grandiosos, particularmente a partir de mitad de canción, donde la tranquila balada se transforma en… bueno, se transforma en Queen en estado puro. Por así decir y salvando las comparaciones, una especie de Bohemian Rhapsody en miniatura.

News of the World (1977)


En su día, este disco sorprendió a mucha gente. Queen abandonaban el rock progresivo complejo y operístico que los había caracterizado en su ascensión al gran estrellato, sustituyéndolo por canciones más sencillas y directas. Hubo críticos a quienes este cambio no sentó bien y no todo el mundo recibió con entusiasmo el disco, pero News of the World, si bien carente de la sensación de grandiosidad de sus predecesores, era un buen trabajo que asimilaba nuevas influencias como el funk (a través de Roger Taylor) o el pop melódico (a través de John Deacon). Para algunos el disco constituyó un bajón, para otros una sorpresa interesante. Quizá no sea comparable a A Night at the Opera o A Day at the Races, pero es un disco más que respetable. Además, contiene dos de los temas más universalmente conocidos y reproducidos de la banda, que propiciaron el que este álbum fuese otro gran éxito de ventas.

We Will Rock You: Otra sencilla canción rockera aportada por Brian May y que parece directamente pensada para ser coreada por una muchedumbre. De tan simplona termina siendo irresistible, por más que chocase el contraste entre un tema tan básico como este con las elaboradísimas composiciones con las que se descolgaban en discos anteriores. Queen parecen estar pensando ya en los grandes estadios. No es su mejor canción —ni muchísimo menos— pero quién no la ha coreado alguna vez.

We Are the Champions: También Freddie Mercury quería componer su himno para este disco y lo consiguió. Esta canción épica que hoy suena en cualquier parte del mundo cada vez que un equipo deportivo obtiene una victoria fue el segundo single que ayudó a elevar News of the World a lo alto de las listas. Un tanto ampulosa, puede ser, pero no por ello menos efectiva. A fin de cuentas, la ampulosidad venía siendo el sello característico de la banda en sus trabajos previos.

Get Down, Make Love: Uno de los primeros temas que anuncian el acercamiento, todavía tímido, hacia una música más bailable. Mercury no es ajeno a las vanguardias de su tiempo y por momentos parece incluso anticiparse al auge de la new wave. En su momento, esta clase de canciones podían sorprender e incluso molestar a los fans más antiguos de Queen, pero lo cierto es que este experimento no es nada comparado con lo que se avecinaba. Eso sí, por más que se salga de los parámetros habituales del grupo, es desde luego un buen tema.

Fight from the Inside: Para terminar de ilustrar la transformación que se está produciendo en el seno del grupo, una canción influida por el funk y las diferentes destilaciones que del mismo haría la new wave. Y que también emparienta a Queen con los jugueteos bailables que en esa misma época estaban experimentando otros grupos de rock de guitarras como Aerosmith o Rolling Stones, por citar un par de nombres. Roger Taylor siempre aportaba canciones que se salían de la tónica predominante en el grupo y aquí no es una excepción.

Jazz (1978)


No, pese al título, no hay nada de jazz aquí. El disco continúa en la senda de News of the World: canciones incluso más directas, dotadas de más sentido del humor (¡esa delirante Mustapha que abre el disco!). No hay grandes novedades, ni cambios abruptos respecto a News of the World… pese a lo cual hubo críticos que se cebaron con Queen empleando más saña que nunca hasta entonces. Es particularmente célebre la psicodélica y muy ridícula reseña de la revista Rolling Stone (hagánse un favor y léanla: ¡esto es un crítico perdiendo la cabeza!). Quizá los Queen ya no estaban en el absoluto cénit creativo, de acuerdo, esto ya no es A Night at the Opera. Pero seguían grabando buena música, este es un muy buen disco y el éxito les seguía acompañando, por más que le pesara a algunos sectores de la prensa musical.

Bicycle Race: Una de las joyas del álbum, que rememora el sonido de A Night at the Opera y A Day at the Races con todas sus virtudes, y que además incluye un solo de timbres de bicicleta, lo cual, por algún motivo, siempre te alegra el día. Freddie Mercury sigue demostrando un completo control de las armonías y de sabiduría a la hora de estructurar una canción, y los juegos vocales de Queen retornan en todo su esplendor.

Don’t Stop Me Now: Otra impresionante gema producto de la creatividad de Mercury, un tema vitalista e irresistible que es probablemente lo que Queen habían querido conseguir con aquella primeriza Keep Yourself Alive. Absolutamente fantástica.

Mustapha: El tema que abría el álbum y que descolocó a no poca gente. Aunque es imposible no sentir cariño por este artefacto, en el que además de diversión, podemos disfrutar con la impresionante voz de Freddie Mercury imitando los cantos arábigos, en una demostración más de que este individuo podía cantar prácticamente cualquier cosa.

Let Me Entertain You: Un tema quizá menos conocido. También escrito por Mercury (quien por entonces estaba aportando casi todos los mejores temas) recupera en parte el sonido rockero de los inicios del grupo, pero con unas estructuras más directas. Fantástica canción que quizá mucha gente no consigue apreciar a la primera escucha, pero que contiene grandes momentos, como ese pasaje «We’ll give you crazy performance / We’ll give you grounds for divorce / We’ll give you piece de resistance / And a tour de force of course». Y en directo, por cierto, se transformaba en auténtica dinamita.

Live Killers (1979)


No pensaba incluir directos en esta lista, pero creo que el doble álbum Live Killers es un testimonio imprescindible de cuál era el momento de la banda sobre el escenario y tuvo una importancia enorme en su momento. Pese a su giro hacia la sutileza en estudio, en directo seguían siendo un poderosísimo grupo de rock duro que dotaba de una impresionante fuerza e intensidad incluso a canciones más melódicas. Los miembros del grupo no quedaron del todo contentos con el sonido del disco ni con las mezclas, pero para muchos fans Live Killers constituyó un hito comparable a sus trabajos en estudio, de manera similar a como Made in Japan pudo serlo para los fans de Deep Purple. De todos modos, cabe comentar —como ocurre en muchos célebres directos— que parece ser que hubo bastante de retoque posterior. En fin, puede que Live Killers esté retocado como tantos otros directos, pero quedan las filmaciones para comprobar que sobre un escenario Queen no necesitaban trucos para sonar como apisonadoras. Y además, para qué negarlo, quería incluir en esta lista la mejor versión de We Will Rock You que existe.

We Will Rock You (versión reprise): La gran sorpresa del Live Killers fue esta maravillosa versión rápida de We Will Rock You, en mi opinión infinitamente (¡infinitamente!) mejor y más poderosa que la original. Porque la original del News of the World nunca volvió a gustarme lo mismo después de escuchar esta. No se me ocurre más acertada obertura para el doble disco que dejar boquiabiertos a los fans con la inspiradísima metamorfosis del tema. Verdaderamente fantástica.

The Game (1980)


Comienzan los 80 (aunque técnicamente 1980 pertenece todavía a la década anterior, pero supongo que nos entendemos) y siguiendo el camino iniciado con News of the World y Jazz, los británicos acentúan el giro hacia un pop-rock más sobrio y accesible. El álbum incide en temas cada vez más sencillos y en el casi total abandono de la grandilocuencia característica en su estilo anterior. Cuando queremos darnos cuenta, Queen ya no suenan en absoluto como en sus primeros álbumes. Es posible que a algunos de los fans más rockeros de los inicios este disco les dijese poca cosa, pero a mí me parece un buen trabajo donde la banda todavía está en forma. La crítica fue más benevolente con este álbum que con Jazz —aunque no faltaron quienes seguían pensando que Queen estaban aflojando la marcha— y lo cierto es que contiene unas cuantas canciones inspiradas, si bien menos ambiciosas de lo acostumbrado. Queen ya eran una banda mundialmente conocida, pero con The Game obtuvieron su mayor bombazo de ventas hasta la fecha, consiguiendo el número uno incluso en los Estados Unidos, la gran meca comercial de cualquier banda. Fue el momento álgido del idilio de Queen con América: pese a que en Europa nunca dejarían de ser unos colosos, su popularidad en los EE. UU. iría disminuyendo a partir de este bombazo.

Play the Game: Una bonita canción melódica, obra de Mercury, que es de las que más se parecen a su trabajo previo, con característicos juegos de voces en los que todavía se palpan aquellas influencias de los años cuarenta y cincuenta, y unas guitarras solemnes que acentúan diversos momentos del tema como acostumbraban a hacer en discos anteriores.

Crazy Little Thing Called Love: Un simpático tema rockabilly que ejemplifica a la perfección el modo en que Queen se van alejando del barroquismo de mediados de los 70. Como curiosidad y en contra de lo acostumbrado en él, Mercury no compuso este tema con el piano —instrumento que dominaba— sino con la guitarra, en la que apenas conocía unos pocos acordes (según él mismo decía: «no sé tocar la guitarra un pimiento»). Sin embargo, esa restricción técnica a las seis cuerdas le hizo escribir una canción simple y de espíritu rockero básico que se convirtió en un enorme éxito a ambos lados del Atlántico.

Another One Bites the Dust: La gran sorpresa —desagradable para unos, refrescante para otros— del álbum. El bajista John Deacon no se había caracterizado por su ímpetu compositivo precisamente, y de hecho le había costado bastante dar forma a este sencillo tema bailable, el cual ornamentaron con sonidos «modernos» que chocaban bastante con la trayectoria previa de la banda. Es más: los propios Queen dudaban en promocionar la canción pensando que el contraste con lo que el público conocía de ellos sería demasiado abrupto. Pero fue un gran fan del grupo —nada menos que Michael Jackson, que aún no había ascendido al trono con Thriller— quien les aconsejó que promocionasen la canción. Y qué decir, Jackson acertó plenamente: el tema, para sorpresa de los propios Queen, fue número en Estados Unidos y un montón de países más, contribuyendo a que continuasen ampliando su rango de seguidores entre el público ajeno al rock progresivo de sus inicios. A mí me gusta muchísimo el tema, pero me consta que fue un buen motivo de disgusto para algunos antiguos seguidores de la banda.

B.S.O. de la película “Flash Gordon” (1980)


Ya dijimos en el artículo sobre Pink Floyd que los grupos de rock suelen utilizar las bandas sonoras de películas como campo de pruebas y como laboratorio donde experimentar con cosas nuevas. Cualquier fan de Queen conocía el aprecio de algunos miembros del grupo —sobre todo Mercury, aunque no era el único— por las facetas más kitsch y superficiales de la cultura, y por la música «moderna» de la época, más bailable y discotequera o bien repleta de sintetizadores atmosféricos. Pues bien, aquí Queen se quedaron a gusto experimentando, pero no para bien: una banda sonora de serie B en todos los aspectos, que fue un éxito de ventas pero que —estoy convencido— dejó a muchos seguidores del grupo preguntándose por qué se habían molestado en comprar semejante artefacto cuando lo escucharon en casa. Temas instrumentales de lo más artificial, todo muy deslavazado y aburrido. Por más que Queen hubiesen presumido años antes de no usar un solo sintetizador en sus discos, aquí los meten con calzador hasta cuando resultan innecesarios. Ni siquiera los temas más rockeros aportados por Brian May rescatan el disco. Un álbum malo, aunque no tanto como la película, a la que no salvó ni la presencia de Ornella Muti. El mejor escribano hace un borrón, podría decirse, y al ser una banda sonora podemos considerarlo un paréntesis lúdico y un error comprensible, aunque en realidad era un síntoma serio de que Queen se estaban atragantando con el éxito.

Flash's Theme: El tema principal de la banda sonora, que al menos nos permite pasar un buen rato haciendo el payaso y cantando —cerveza en mano, claro— el estupidísimo estribillo: «Flash! Ah-ahhh! Savior of the universe! Flash! Ah-ahhh! He’ll save everyone of us!». No puede negarse el encanto hortera del tema y al contrario que otras partes del disco, esta canción es por lo menos divertida, por no decir directamente hilarante. El single infinitamente chorra que hace que le tengamos algo de cariño a una banda sonora decididamente infumable.

Hot Space (1982)


…y llega el momento anunciado: Queen se atragantan con el éxito. La llegada de los 80, como le sucedió a tantas otras bandas, no les sentó bien. Intentan adaptarse a la dance music de moda y fracasan estrepitosamente, al menos en el apartado artístico. Un verdadero desastre de disco en el que apenas hay un par de temas destacables (y eso, siendo generosos). Aunque vendió bien y no llegaron a perder del todo su tirón comercial en Estados Unidos, los americanos —eran otros tiempos y el rock todavía reinaba en USA— perdieron parte de su fe en Queen, por más que en Europa mantuviesen su éxito casi intacto. La discografía del grupo queda definitivamente dividida en dos a partir de aquí. Y la segunda mitad de esa discografía será la menos interesante, aunque puedan rescatarse buenas canciones aquí y allá. Pero los grandes años, los de los más grandes discos, han quedado definitivamente atrás.

Under Pressure: Compuesto durante una jam session con David Bowie, probablemente sea lo mejor del álbum… aunque eso no sea decir mucho. Al menos sirvió como principal gancho comercial del disco. Pero bueno, es un buen tema, algo menos inspirado que por ejemplo Another One Bites the Dust pero también agradable de escuchar. Y, eso sí, funcionaba fantásticamente bien en directo (sin ir más lejos, la versión del famoso concierto de Wembley es fantástica).

Life Is Real (Song for Lennon): El asesinato de John Lennon conmocionó al mundo y Queen, que desde el primer día habían sido unos entregados seguidores de The Beatles (una de sus máximas influencias como ya hemos señalado más de una vez), no podían dejar de homenajearlo. La canción, sin ser una maravilla como las que nos tenían acostumbrados a fabricar, es de lo más salvable del flojo Hot Space y nos permite escuchar a Freddie Mercury imitando en algunos momentos la entonación típica de Lennon. No es un clásico, desde luego, pero sí una canción agradable. Que para tratarse de un álbum tan mediocre ya es algo.

The Works (1984)


Quizá para desespero de un amplio sector de antiguos seguidores, Queen profundizan en el pop-rock bailable y facilón de Hot Space. Sin embargo hay síntomas de mejoría (no era difícil, de todos modos) y por más que los tiempos más inspirados de la banda hayan quedado definitivamente atrás, también hay un tímido retorno hacía melodías más claras, arreglos más cuidados e incluso hacia las guitarras de siempre. En realidad es como si Queen intentasen retornar a los tiempos de The Game —hasta incluyen otro tema rockabilly— y, como mínimo consiguen mantener sus niveles de éxito. En directo seguirán siendo una banda demoledora, pero hay que hacerse a la idea: incluso con sus puntuales aciertos, este no es tampoco un buen disco.

I Want to Break Free: Uno de los grandes singles del disco, y probablemente mi canción favorita del álbum. Una melodía muy conseguida y un sonido muy deliberadamente comercial, es cierto, pero que al menos contiene sustancia. Aunque quizá lo más apoteósico es su divertidísimo videoclip, emitido hasta la extenuación por la televisión en su día y donde Mercury se muestra encantado dejando fluir su vena gay, aunque tampoco se queda corto un indescriptible Roger Taylor disfrazado de colegiala (¡hilarante!).

Radio Ga Ga: El otro gran éxito de The Works, que a mí particularmente nunca me volvió loco pero que también es una mejoría con respecto a lo que podía escucharse en el flojo Hot Space. Una buena melodía, un videoclip interesante y sobre todo una pieza más en el mantenimiento de la fama universal del grupo.

Man on the Prowl: Quizá un intento de reeditar el éxito de Crazy Little Thing Called Love, quizá un intento de volver a congraciarlos con el público estadounidense o quizá un sencillo divertimento, esta es otra canción rockabilly escrita por Mercury pero que suena algo más rutinaria y mecánica que la citada. Con todo, un tema entretenido.

A Kind of Magic (1986)


Respaldados por su inmensa popularidad, Queen continúan en esa misma senda que caracteriza su paso por los 80: mucha comercialidad y discos en donde unas pocas canciones logradas destacan sobre bastante material de relleno, pero con un éxito de ventas casi constante y sobre todo con apoteósicas actuaciones en directo que ayudaban a mantener su prestigio intacto. Porque en directo siguen siendo de los más grandes, eso sin duda. En esta época, por ejemplo, se graba por ejemplo el impresionante concierto de Wembley y Freddie Mercury se ha transformado ya en uno de los frontmen definitivos del rock, capaz de mover enormes audiencias a su antojo y de tener al público en vilo con el menor de sus gestos y movimientos. Pero en los estudios de grabación, cualquier parecido entre esta banda y la de diez años atrás es pura coincidencia. Han adquirido un nuevo y numerosísimo público que en muchos casos sencillamente desconoce la música que Queen hacían en sus inicios. En el Reino Unido y el resto de Europa siguen siendo dioses, aunque con este álbum pierden bastante tirón entre el público estadounidense, un público ávido de un retorno del rock a lo grande que Queen, por lo visto, no les iba a proporcionar. La crítica se mostró bastante fría, ya que a todas luces no alcanzaban ya las impresionantes cotas de antaño. En definitiva, un disco que probablemente mejora los dos anteriores, pero que tampoco es una obra maestra ni mucho menos.

One Vision: En mi opinión uno de los mejores singles que Queen publicaron durante los 80, aunque otras personas quizá elegirían antes otros. Vuelven a sonar con garra y con fuerza, por más que solo sea momentáneamente. Estos breves retornos a la energía de otros tiempos —si bien modulada por una producción más ochentera— eran muy de agradecer, ya que al menos nos permitían constatar que también había quedado definitivamente atrás el total extravío de Hot Space.

A Kind of Magic: Otra melodía muy inspirada que ayuda a mejorar la percepción de la consistencia general del álbum. Es una muy buena canción, también de lo mejor del disco. A los viejos fans les sirve para agarrarse a un single pegadizo, cuya melodía es memorable. Como ya es costumbre a estas alturas, Queen utilizan los videoclips con magistral sencillez: el carisma y la voz de Mercury ayudan a defender ante el gran público estos temas que, ejecutados por otro cantante, quizá no pasarían de meramente agradables.

The Miracle (1989)


Por esta época, Freddie Mercury ya sabía que estaba infectado con el VIH y sus compañeros eran conscientes de ello, aunque el hecho no era público todavía. Quizá por ese motivo, un nuevo sentimiento de unión impera en la banda y abandonan los créditos individuales en las canciones, pasando a atribuir toda la autoría de la música sencillamente a Queen. Más allá de este dato, el disco supone el inicio de un tímido retorno de las guitarras. El pop-rock ochentero de sus últimos álbumes sigue predominando, pero se combina con algunos intentos de recuperar el sonido del pasado, así que hay un poco de todo: temas que podrían haber estado en A Kind of Magic y otros que tratan de recordar lo que hacían en los años 70. Las canciones siguen siendo agradables de escuchar pero el nivel del disco es medianito. Los críticos se mostraron divididos: para algunos era su mejor álbum desde The Game, para otros constituía una prueba más del acomodamiento del grupo en los laureles. Recordemos que por esta época, una banda como los Guns n’Roses ya había explotado en América y lo que hacían Queen, si bien exitoso, parecía súbitamente desfasado a ojos de mucha gente. Eso sí, el éxito de ventas es descomunal en Europa y vuelven a ser número uno en el Reino Unido. Por desgracia, está cerca de ser el canto de cisne de la banda, ya que a Freddie le quedan dos años de vida.

I Want It All: El single elegido para lanzar el álbum y poner de manifiesto que, efectivamente, las guitarras estaban retornando a Queen (había más ejemplos en el álbum, como Khashoggi’s Ship). Un tema efectivo y enérgico que a mí nunca me gustó demasiado, pero que al menos demostraba la intención de no anclarse únicamente en el pop-rock facilón de una década que estaba a punto de terminar.

The Invisible Man: Un tema bailable que en principio iba a dar título a todo el disco, que es divertido y de fácil escucha, muy en la la línea de The Works o A Kind of Magic.

Breakthru: Uno de los grandes singles del disco, también en la línea de A Kind of Magic. No me gustó mucho en su día, pero hoy pienso que al menos tiene un estribillo muy inspirado y que en conjunto es un tema bastante conseguido. Aunque probablemente lo mejor es el videoclip, con los Queen tocando sobre un tren en marcha.

Innuendo (1991)


La despedida. La grabación de este álbum fue larga y complicada, con un Freddie Mercury a quien el SIDA había precipitado en una rápida espiral descendente y que tuvo que terminar el disco entre crecientes sufrimientos físicos, siendo muy consciente de que iba a morir en breve. En su momento se habló mucho de que Innuendo era un supuesto «retorno a los inicios», sobre todo porque eligieron como primer single la barroca y oscura canción que lo titula, pero lo cierto es que el disco sigue bastante la onda de The Miracle; esto es, algunas canciones guitarreras combinadas con los temas más pop-rock de vocación ochentera. Mucha gente, no obstante, lo consideró una mejoría en la banda. Para mi gusto el disco sigue la tónica irregular de los anteriores, pero en este caso resulta fácil de entender, dadas las condiciones en que tuvieron que sacar adelante este trabajo. Hubiera sido magnífico que Freddie Mercury se hubiera despedido de este mundo con una obra maestra, pero la vida es así: para grabar una obra maestra muy probablemente se necesite estar en mejores condiciones de las que, por desgracia, estaba él en ese intante. Eso sí, supuso su tercer número uno consecutivo en el Reino Unido, donde a esas alturas ya eran como una institución nacional. La publicación del álbum y sus sucesivos singles coincidieron con una ya imparable ola de rumores sobre el estado de salud de Mercury. A principios de septiembre, la gente pudo ver a un Freddie bastante delgado en el video de I’m Going Slightly Mad, con un espeso maquillaje que no escondía su sospechosa pérdida de peso. Su condición física parecía incluso más delicada en el video de These Are the Days of Our Lives. Y los rumores eran ciertos. El 23 de noviembre —varios meses después de publicado el álbum— Freddie confirmaba mediante una nota de prensa lo que era un secreto a voces: que estaba enfermo de SIDA y que su estado era muy grave. De hecho, ya no albergaba esperanzas. Murió apenas dos días después de haber revelado oficialmente su dolencia al mundo.

Innuendo: La canción más compleja editada por Queen en muchos años y la única que de verdad podía presentarse como un regreso al sonido de sus comienzos. Dejando aparte las lógicas diferencias en producción, no hubiese desentonado demasiado en aquellos viejos Queen o Queen II. Un tema oscuro con curiosos interludios aflamencados y que servía para recordar al mundo la clase de grupo que fueron en tiempos ya lejanos.

The Show Must Go On: La despedida del grupo en forma de canción, el último single editado en vida de Mercury. En su videoclip se recopilan imágenes diversas de la historia de Queen y el título dejaba claro el mensaje: «el show debe continuar». Un tema dramático aunque, como casi todo en este disco, no particularmente convincente. Probablemente fue la canción más radiada del álbum y la que más sonó en todas partes.

These Are the Days of Our Lives: Una tranquila balada que no tendría mayor trascendencia de no ser porque su videoclip (grabado algunos meses antes de su lanzamiento como single) fue la última filmación en la que participó personalmente Freddie Mercury. Ni el maquillaje ni el rodar en blanco y negro —elegido a propósito para camuflar su verdadero estado físico— podían ocultar que algo grave le estaba sucediendo, lo que parecía confirmar los muchos rumores que llevaban circulando desde bastante tiempo atrás. Se lo veía muy, muy desmejorado, y su último plano (de hecho la última aparición ante una cámara de su vida) parecía una despedida. Y lo era, con ese conmovedor «I still love you» que susurraba mientras miraba fijamente a la cámara.

Made in Heaven (1995)


Tiempo después de la muerte de Freddie Mercury, los tres miembros supervivientes de Queen se pusieron a trabajar sobre líneas vocales que el vocalista había grabado en sus últimos meses de vida. Freddie había pasado buena parte de ese tiempo en el estudio, esforzándose por cantar cuando su estado se lo permitía —cada vez con menos frecuencia— e insistiendo en que estaba decidido a dejar a sus compañeros todo el material posible con el que ellos pudieran trabajar después. Freddie Mercury quería morir cantando. El resultado es Made in Heaven, el disco póstumo de Queen. May, Taylor y Deacon se esforzaron por sonar lo más fieles posible al estilo de los Queen clásicos, los de mediados de los años 70. Quizá era la manera correcta de hacerlo, porque Mercury ya no estaba para dirigir el cotarro y resultaba más seguro ceñirse a su estilo de siempre. Aunque las canciones no son particularmente destacables y el producto final es francamente olvidable, si hemos de ser sinceros. Fue el cuarto número uno consecutivo en el Reino Unido y definitivamente el último disco en estudio de los Queen originales.

It’s a Beautiful Day: El tema que abría el disco y quizá el que más me gusta. Podemos escuchar un extraño retorno al pasado… porque es una grabación de Freddie Mercury sentado al piano e improvisando una sencilla canción en una época tan lejana como 1980. Ahora, 14 años después, sus antiguos compañeros añaden otros instrumentos para poder alargar el tema, y la verdad es que lo hacen con discreción y muy buen gusto. El resultado es casi con toda seguridad el momento más emotivo y logrado del álbum, ya que podemos escuchar a Freddie en sus días de gloria improvisando estrofas como como «hace un bonito día, el sol brilla, me siento bien, nadie podrá pararme».

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